
La desesperación me invadió, el dolor era tremendo e hipnótico, mi piel se retorcía de escalofríos causados por las frias gotas de sangre y sudor que recorrían mi cuerpo…
No conozco la razón del por que estoy aquí…no he muerto, pero aun así vago por el infierno como un alma en pena…no he llegado aquí por razones naturales, pero aun así todo me parece tan natural, tan familiar como el amanecer de cada día que veía desde ese mugriento camión del cual solo soltaba paquetes de un amarillento diario que se comenzaba a podrir por la humedad de las bodegas donde residían y donde yo también residía, bañado en sueños que me sacaban de la realidad detestable que me rodeaba…todo tan miserable.
Mi acompañante parecía no sufrir como lo hacia mi cuerpo, no había nada que lo sorprendiera….era como si no poseyera alma alguna, como si hubiera pasado tantas veces por aquí que el estar a mi lado fuera algo diario y rutinario. Sus explicaciones a pesar de que mantenían mi mente ocupada y fuera de la locura, me martirizaban y me provocaban un miedo que jamás había sentido.
Una vez le pregunte que era una sombra que paseaba sobre nuestras cabezas, una sombra deforme que se veía a la lejanía en aquel oscuro cielo…solo atino a responderme con un nombre…Moloch. Solo eso basto para que por al frente de mis ojos pasaran visiones de horrendas masacres donde un viejo carnudo con un cráneo de antílope putrefacto que llevaba por rostro, perseguía almas perdidas de niños que flotaban sobre nosotros mientras dormíamos. Llore, llore como nunca lo había echo…tanta inocencia destruida, tanta juventud perdida en las manos de un demonio en las cuales sus pequeños cuerpos se retorcían en un intento de escapar pero sin resultado…o gran humanidad, como has dejado que estos infantes sufran por tus pecados y por tus faltas…
Mi llanto fue interrumpido, un estallido se escucho a la lejanía y un grito tras de este…en un parpadear me encontré en mi hogar, en aquel hogar que fue mió por tanto tiempo…hogar inmundo y frió, tan frió que calaba los huesos y que de cuota mensual cobraba la vida de mis compañeros y amigos…me encontré en medio de una trinchera.
Viejos tiempos en aquella selva, tantos rostros nuevos que vi llegar y que nunca vi regresar…la guerra, como olvidarla…me dio vida nueva pero a cambio de las miles que cobre, mi gran pecado…mi razón de estar aquí…por combatir en nombre de un país corrupto por sus ideales mortales y ambiciosos , ideales de individualismo. Que ironía el que en el mundo pensemos solo en uno, mientras que en este infierno todos sufrimos en conjunto, cada uno cobrando la vida de otros, cada uno lamentando la vida del otro…tortura eterna, tortura desigual, tortura injusta a nuestros pecados, totalmente fuera de contexto para que no podamos redimirnos y quedar atrapados en este espiral de caos constante.
Mi compañero se sentó a mi lado y cerro los ojos, simplemente durmió tranquilo. Yo mientras tanto atreví asomar mis cansados ojos que pedían a gritos cerrarse para nunca mas ver tal aberración de lugar. Pero solo les di mas tortura…campo baldío, lleno de alambres oxidados de donde colgaban harapos ensangrentados sin dueño. Expandí mi vista…soldados comenzaron a salir de la trinchera donde me encontraba, llenos de valor y desesperación por tomar la trinchera que continua. Que glorioso momento el que fue interrumpido por luces de ametralladoras en el horizonte que mutilaron a los aguerridos y que acecinaron a los valientes haciéndoles morder el barro que se alimentaba de la humedad de la sangre para subsistir.
Silbidos en el cielo, latas cayendo frente a mis ojos, latas de gas que asfixiaba a los caídos que sufrían sus heridas y mutilaciones en medio del campo de batalla, los asfixiaba como una mano sobre sus gargantas, los ahogaba en vómitos y mucosidades dándoles una muerte indigna y extremadamente dolorosa.
Mi gracia fue salvada por una suerte dentro de un infierno implacable.
Prepárate a viajar donde las aguas son veneno capaces de matar dioses, donde solo hay restos de podredumbre y a la vez esta lo primordial…paradoja celestial.
Fueron sus últimas palabras, las de mi compañero, antes de ser arrastrados por negras aguas que limpiaron la trinchera, para terminar en una inmunda cloaca que me lleva a la oscuridad…la oscuridad del Shaare Mawet.
Etiquetas: Terror