
…Recuerdo aquel día…resplandeciente el sol se alzaba y nos reconfortaba con su familiar tibieza, el despertador sonó a mi lado, me di media vuelta para abrazar a mi esposa y besarla con cariño, me levante, pero al colocar los pies en la bajada de la cama todo pareció oscurecerse…un temblor recorrió mi espalda y solo atine a voltear la cabeza…oscura noche fue lo que vi entonces. Camine intranquilo hacia la ventana y mire espantado hacia el vacío mientras mis dedos comenzaban a helarse por el frió contacto contra el vidrio…era primavera. Rápidamente tome mis ropas e intente despertar a mi esposa que parecía dormir dulcemente…pero nunca despertó, se había ido en el sueño…entre lagrimas le di un ultimo beso y corrí hacia la pieza de mis hijos que yacían en sus camas igual que su madre…mis rodillas se doblaron y mis brazos cayeron impotentes mientras que las lagrimas nublaban mis ojos y el grito trancado en mi garganta la hería al intentar inútilmente salir…maldito destino, te habías llevado a mi esposa, mi fiel esposa, te habías llevado a mis hijos, inocentes antes de conocer este cruel mundo, que pecado estoy pagando??!!...perdí el conocimiento.
Desperté horas mas tarde con la cabeza contra la pared, mis cabellos tiesos por una herida provocada por la caída caían sobre mi rostro. Comencé a levantarme cuando escuche un estruendo en las calles. Las ventanas de la pieza estaban rotas y los cuerpos de mis hijos no estaban, corrí desesperado hacia el ventanal pensando inútilmente en poder encontrarlos, pero peor vista fue la que tuve al asomar mi cabeza al caos mismo. La ciudad estaba en ruinas…los incendios se extendían hasta donde la vista alcanzaba y las chimeneas de humo negro se elevaban omnipotentes en el cielo nocturno enrojecido por las fogatas. La gente corría de un lado a otro espantada y llena de horror, escapando de enemigos invisibles y de la caída de los escombros…aeronaves aparecían fugazmente en el cielo y se estrellaban unas con otras montando un caótico espectáculo de fuego y estruendo sin igual…luego vino el silencio y la paz…se abrió el cielo y la gente ahogo sus gritos…espíritus salieron de aquella cicatriz celestial…o salvación imploraron al cielo entre las calles…no hubo respuesta mas que un gran relámpago que dio paso a una lluvia que con cada gota calaban la piel…gritos de horror se adueñaron de la ciudad.
…Hay un oasis al frente, tiempo era ya de descansar, dejamos los caballos cerca del pequeño lago para que pudieran beber agua y descansaran su cansados lomos, instalamos nuestras tiendas y prendimos fuegos para poder pasar la noche, comimos algunos panes que nos quedaban y un poco de charqui que llevábamos con nosotros…reímos y contamos historias de nuestras batallas anteriores, cantamos al son de los grillos y guardamos las penas para el próximo caminar.
En un momento de risas, Viento-nuestro comandante-, se nos acerco…sabíamos lo que quería y nadie se atrevió a hablar con el solo hecho de poder salir escogido de entre el resto.
-Necesito un Búho nocturno-…como llamaban a los exploradores solitarios…
Escogieron a un recluta que se había unido hace poco a nuestras filas, esta debería ser su prueba para poder llevar con honor el apellido del Loto Rojo. Monto a caballo con sus negras vestimentas y cruzado al cuerpo una pequeña ballesta que le serviría para darle un poco de tiempo si es que era perseguido…o para quitarse la vida y no traicionar a sus camaradas en medio del dolor de la tortura. Nos dio un adiós y le regalamos una sonrisa de vuelta, dándole un poco de confianza y esperanzas para su retorno…desapareció entre la neblina que comenzaba a levantarse…
Esperamos horas su regreso, pero ya después de un tiempo habíamos perdido las esperanzas pues ya sabíamos lo que vendría…a veces deseo que aquel hombre volviera con noticias que salieran de su boca…vimos su silueta entre la neblina, su caballo venia en paso tranquilo y pausado, suaves pasos. Al llegar frente a nosotros lo contemplamos sin decir una palabra…desesperanzados…estaba brutalmente desfigurado, erguido solo por unos troncos, haciéndolo parecer un sádico espantapájaros…los Nezumi estaban cerca, debíamos prepararnos, el sol no saldría hasta que estas planicies no estuvieran limpias de ellos, la batalla nos llama al otro lado de la montaña…
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